Este paraje del término es el más característico mirador sobre el valle de esta parte de la comarca. Se puede contemplar todo el poniente de la Vall d’Albaida y los términos vecinos de Villena y Caudete, y en días claros con viento de poniente se llega a divisar la línea del horizonte que marca el mar mediterráneo. Esta orientación privilegiada lo configura como una atalaya muy especial para gozar de los cambiantes colores de la salida y las puestas de sol. El paraje es presidido por la ermita de San Esteve construida al siglo XVII y restaurada en el año 1991.
Como llegar
• A pie o en bicicleta. El trayecto más habitual consiste en seguir el camí de les Boles que es la prolongación de la avenida Vicent Gironés en el barrio de Sant Rafael, hasta llegar al cruce de la carretera de Moixent. En este punto encontramos unos espacios por donde podemos caminar separados de la carretera hasta el entrador del camino de Sant Esteve que encontraremos a la izquierda perfectamente señalizado. Desde aquí el camino nos conduce a la ermita. Una alternativa es tomar el camino de “ca Cristina”, entre los puntos kilométricos 46 y 47 de la carretera CV-660 a Fontanars dels Alforins, y seguir la senda que encontramos al final del camino. Este segundo recorrido no está señalizado.
• En vehículo a motor. Coincide con el recorrido descrito anteriormente y el camino esta recientemente asfaltado. Que puedes hacer: Este paraje esta acondicionado como área recreativa y se han instalado paelleros y servicios, lo que permite pasar un buen rato en la naturaleza. Como hay pocas sombras conviene evitar las horas centrales del día en verano. La ermita está custodiada por la asociación de llumeners de Sant Esteve y en su interior hay una zona de refugio donde se puede pernoctar. Para conseguir la llave, llamad al Ayuntamiento y os informaremos. En la segunda quincena de julio se celebra la romería y fiesta en Sant Esteve con misa y festival folclórico montañero. Las fechas son variables y conviene confirmarlas. Desde la ermita nos podemos acercar a la cova de l’Avern en la que los más atrevidos se adentran por tortuosas galerías para ver que hay en el interior de las montañas.