En el plano, a unos cuantos kilómetros, se encuentra la sencilla y austera ermita de Sant Martí, de orígenes desconocidos y sobre el antiguo poblado morisco. De origen y fecha desconocida, según la tradición podría haber sido la antigua iglesia de un pequeño poblado morisco, de lo que hay constancia arqueológica, escrita y oral. Durante la guerra civil de 1936 fue abandonada, siendo utilizada sólo por los agricultores cuando les sorprendía una tormenta o cómo cobertizo para algún viandante que pasara por allí. En 1956, después de más de veinte años de estar abandonada, se inició su reconstrucción gracias a la iniciativa de un vecino, Sr. Juan Alberola Oltra “Silverio”.